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¡Libres al fin! (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Pero, no saltemos adelante. Empecemos con otro famoso
programa
norteamericano el celebrado Programa Head
Start
.

Como su nombre, en inglés,
lo indica; este es un proyecto de
educación
temprana que sirve a niños
entre las edades del principio de su locomoción hasta los
cinco años; involucrando igualmente a sus madres, a toda
mujer encinta,
aunque aún no tenga hijos, y a sus respectivas
familias.

La idea es obvia: amplificar las posibilidades de
todos los niños para hacer una entrada exitosa y
fructífera a la vida escolar.

Como puede bien apreciarse, se colige que este no es un
programa que puede dispensar con las madres y con otros
familiares, como se estila con el desayuno escolar. Sino que es
un sistema que
abarca en su totalidad al niño y su entorno.

No pan rancio y Trópico de chocolate — Sino,
que en su lugar, el párvulo desarrolla conocimientos y
seguridad para
nutrir el alma, el
cerebro y el
autoestima
patrimonio
deficiente de los pobres.

Para un niño. Cualquier niño. La
idea de separarse de su mamá para ir al colegio es un
trauma considerable. Para quienes, como los hijos de nuestros
pobres, van a la escuela a no
aprender
, hacerlo así es un daño
— a menudo, irreparable y perverso.

Ahora, implementemos la idea.

La parte inicial, la de la coordinación del programa,
correspondería a las agencias que sirven los niños
y al departamento de educación, cuyos titulares
aquí han sido, por los resultados tangibles, deficientes
tradicionales en conocimientos básicos acerca de lo que al
niño respecta.

Para el suministro de asistencia médica y
psiquiátrica a los centros comunales, es preciso que
quienes lo coordinen tengan conocimientos de ambas cosas:
medicina
comunitaria y psiquiatría comunal.

Aquí tampoco existen esos profesionales
calificados.

No es que a alguien le agrade la idea de conducir
grupos de
terapia y de soporte, porque poseen elementos de interés
profesional y la idea les interesa. No. Es que quienes organicen
los programas, deben
disfrutar de entendimientos sólidos y demostrados, en el
diseño
y en la constitución profesional de esos
centros.

Los centros deben de operar en conjunto con las cortes
juveniles y las cortes de familia. Ya que
la idea no es necesariamente remover niños de la custodia
de padres que son supuestamente inadecuados. No, lo que se desea,
es asistir, encauzar, rehabilitar y educar a los padres en todos
los niveles necesarios para que ajusten a la sociedad en
que viven en compañía de sus hijos.

En otras palabras, convertirlos en padres responsables,
de hijos que también crecerán siendo responsables
como ciudadanos y como padres.

A todos.

Eso es mucha brega, señores
políticos.

Imaginémonos, lo que se puede lograr si algunos
de los millones de dólares que se desperdician en servicios
castrenses se utilizaran en, y para el bien, del pueblo, y no
para el macuteo de tantos.

Esto requiere que educación, juventud y
justicia se
añadan a los organismos asignados a esta tarea
ignorada.

Para comenzar, hay que designar "zonas de
captación" (catchment areas), de donde
provendrán los pacientes.

El centro comunal mismo, siempre se ubica en el corazón
geográfico del área misma donde funciona —
resultando accesible para todos.

Para describir la filosofía de los mismos, debe
de entenderse que haremos uso figurado del término
"prevención" que aquí emplearemos.

Si es cierto, que la mayoría de los trastornos
emocionales, que, como psiquiatras tratamos, no pueden prevenirse
(por falta de un agente etiológico demostrable en pruebas de
laboratorio);
como si fueran enfermedades médicas.
También es cierto que si se aplica el concepto,
aquí invocado, con cierta flexibilidad, nos servirá
bien.

Las prevenciones explicadas con simplicidad
extraordinaria.

  • La Prevención Primaria: La
    educación. La asistencia directa a las familias,
    instruyéndoles en los elementos básicos y
    esenciales para sobrevenir sus miserias y ajustar a sus
    tribulaciones. Explicándoles sus dolencias e
    indicándoles, de paso, que el gobierno de
    ellos se ocupa — mientras que, en verdad, de ellos se
    ocupa
  • La Prevención Secundaria: La
    intervención rápida, cuando la crisis
    comienza. Antes que la situación se deteriore. Cuando el
    pueblo necesita asistencia. ¡Ahora! Como
    aprenderá más adelante, de los labios del
    Reverendo Martin Luther King Jr.
  • La Prevención Terciaria: Quizás la
    más importante. La prevención de recaídas.
    Un elemento común forma la base de todo trastorno
    emocional. Éste resulta en el conocido aspecto de que
    casi todas las dolencias psiquiátricas, como son la
    anorexia, la
    bulimia, la
    dieta para adelgazar, y la gordura. Además de las
    psicosis, las
    adicciones, las
    depresiones, etc. — Es que todas, sin excepción,
    tienden a la reincidencia. Esto hace de la Prevención
    Terciaria la joya de la corona de la Salud Comunal.

Le dije que sería simple y con simpleza, ha sido
descrito.

El tema de esta entrega no es uno que fuera seleccionado
al azar.

El 28 de agosto del 1963, harán este mes 44
años. Mientras que erguido, como prócer y futuro
mártir de su nación,
en la escalinata del Monumento en Memoria al
Presidente Lincoln en Washington. El Reverendo Martin Luther King
Jr. pronunció una de las maravillas más elegantes y
perdurables de la retórica. Lo hizo frente a la estatua de
otro prócer y mártir, quien hiciese lo mismo, a su
vez, en Gettysburg, durante la Guerra Civil
de los americanos.

Aquí siguen las palabras del Reverendo Martin
Luther King Jr, adaptadas por mí.

Yo tengo un sueño: I
have a dream

Cien años atrás, un
americano ilustre, bajo cuya sombra simbólica nos
cubrimos, firmó la Proclamación de la
Emancipación. Este decreto monumental llegó como un
faro de luz y esperanza a
millones de esclavos Negros cuyas vidas permanecían
consumidas en las llamas de fulminante injusticia. Llegó
como una aurora para terminar la noche larga de nuestro
cautiverio.

Pero, cien años más tarde,
nosotros tenemos que confrontar el hecho de que el Negro
aún no es libre. Cien años después, la vida
del Negro permanece tristemente inmovilizada por los grillos de
la segregación y las cadenas de la discriminación. Cien años más
tarde, el Negro vive en una isla de pobrezas en medio de un vasto
océano de prosperidad material. Cien años
después, el Negro aún languidece en los
márgenes y en la periferia de la sociedad americana y se
encuentra a sí mismo en autoexilio en su propia tierra.
Así, que hemos venido este día a dramatizar esta
condición espantosa.

En cierto modo, hemos venido a la
capital de
nuestra nación
a cobrar un cheque.

Cuando los arquitectos de nuestra
república escribieron las palabras solemnes de nuestra
Constitución y las de la Declaración de nuestra
Independencia,
ellos estaban firmando una nota promisoria a la cual cada
americano tendría el derecho de compartir. Esta nota fue
una promesa a todos los hombres, que les estarían
garantizados los derechos inalienables de
vida, libertad y la
adquisición de la felicidad.

Hoy es obvio que América
está en mora en esta nota promisoria; lo está en la
medida que les corresponde a sus ciudadanos de color. En vez de
honrar esta sagrada obligación, América le ha dado
al Negro un cheque marcado "sin fondos". Pero, nosotros rehusamos
a creer que el banco de la
justicia está quebrado. Nosotros rehusamos a creer que no
hay fondos suficientes en las cajas fuertes de la oportunidad en
esta nación. Así es que hemos venido a cobrar este
cheque — un cheque que nos dará en demanda las
riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.
También hemos venido a este lugar santificado a recordarle
a América de la urgencia apasionada de que esto suceda
ahora. No es este el tiempo de
consumirse en el lujo de dejar que las cosas se enfríen o
de ingerir la droga
tranquilizante del gradualismo. Ahora es el momento para
levantarse del valle oscuro y desolado de la segregación y
transitar el sendero luminoso de la justicia racial. Ahora es la
ocasión para abrir las puertas de la oportunidad a todos
los hijos de Dios. Ahora es la hora de levantar nuestra
nación de las arenas movedizas de la injusticia racial y
conducirla a la sólida roca de la hermandad.

Sería un juicio fatal para la
nación ignorar la urgencia del momento y subestimar la
determinación del Negro. Este verano sofocante del
descontento legítimo del Negro no pasará hasta que
haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad. El
mil novecientos sesenta y tres no es un fin por sí mismo,
sino un comienzo. Aquéllos quienes esperan que lo que el
Negro necesitaba era descargar sus tensiones y que ahora se
aplacará de nuevo, tendrán un despertar muy brusco
si la nación retorna al status quo. Nunca habrá ni
paz ni tranquilidad en América hasta que al Negro se le
garanticen sus derechos de ciudadano. Los torbellinos de la
rebelión continuarán sacudiendo las fundaciones de
nuestra nación hasta que el día luminoso de la
justicia alboreé.

Pero hay algo más que yo tengo
que decir a mi gente que están de pie en el umbral
cálido que conduce al palacio de la justicia. En el
proceso de
obtener nuestro legítimo lugar en esta nación, no
podemos ser culpables de actos censurables. No procuremos
satisfacer nuestra sed bebiendo de la copa de la amargura y del
odio.

Nosotros debemos eternamente conducir
nuestra lucha en el plano alto de la dignidad y de
la disciplina.
Nosotros no podemos permitir que nuestra protesta creativa
degenere en la violencia
física.
Una y otra vez nosotros debemos elevarnos a las alturas donde la
fuerza
física se mide frente a la fuerza espiritual. La nueva
militancia maravillosa que ha engolfado la comunidad del
Negro no debe conducirnos a desconfiar de todos los blancos;
porque muchos de nuestros hermanos blancos, corroborado por su
presencia aquí en esta ocasión, han llegado a la
conclusión de que su propio destino está
intrínsecamente ligado con nuestro propio destino y que su
libertad está ligada inextricablemente con la nuestra. No
podemos caminar solos.

Y mientras marchamos, debemos de hacer
el voto de que marcharemos adelante. No podemos volver
atrás. Existen aquéllos que preguntan a los
adherentes de los derechos civiles, "¿Cuándo
estarán ustedes satisfechos?" Nosotros nunca estaremos
satisfechos mientras que nuestros cuerpos, pesados por la fatiga
de viajar, no puedan registrarse en moteles en las carreteras, y
hoteles en las ciudades. No
podemos estar satisfechos mientras que la movilidad básica
del Negro es de un ghetto menor a un ghetto mayor.
Nosotros no podemos estar satisfechos mientras que el Negro en
Mississippi no pueda votar y el Negro en New York crea que no
tiene razón por la qué votar. No, no, nosotros no
estamos satisfechos, y nosotros no estaremos satisfechos hasta
que la justicia surja cuesta abajo como las aguas irresistibles
de un torrente poderoso.

Yo no hago caso omiso del hecho de que
algunos de entre ustedes han venido aquí en medio de
muchas mortificaciones y tribulaciones. Algunos de ustedes
vienen, recién salidos de celdas carcelarias afrentosas.
Algunos han venido de áreas donde su ansiedad por libertad
los ha dejado maltratados por las tormentas de la
persecución y tambaleándose frente a los vientos de
la brutalidad de la policía. Ustedes son los veteranos del
sufrimiento creativo. Continúen, entonces, trabajando con
la fe de que el sufrimiento inmerecido es redentor.

Vuelve de nuevo a Mississippi, retorna a
Alabama, vuelve a Georgia, vuelve a Luisiana, retorna a las
barriadas bajas y a los ghettos de nuestras ciudades
norteñas, conocedores de que de algún modo esta
situación puede ser y será cambiada. No nos
revolquemos en el fango del valle de la desesperanza.

Yo les digo a ustedes, mis amigos, en
este día, que a pesar de las dificultades y las
frustraciones del momento, que yo todavía tengo un
sueño. Este es un sueño arraigado muy profundamente
en el sueño americano.

Yo tengo un sueño de que
algún día esta nación se levantará y
vivirá el significado verdadero de su credo: "Nosotros
mantenemos la creencia de que estas verdades son
indiscutiblemente evidentes: que todos los hombres fueron creados
iguales".

Yo tengo un sueño que un
día en las colinas rojas de Georgia los hijos de previos
esclavos y los hijos de previos dueños de esclavos se
sentarán juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que
algún día, aún el estado de
Mississippi, un estado
desértico, sofocado con el calor de la
injusticia y la opresión, será transformado en un
oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro
hijos vivirán algún día en una nación
donde no serán juzgados por el color de su piel sino por
la excelencia de su carácter.

Yo tengo un sueño hoy.

Yo tengo un sueño que un
día el estado de Alabama, donde los labios de su
gobernador están, en este instante chorreando con la
saliva de la separación y la derogación,
será transformado en una situación donde
niñitos negros y niñitas negras serán
permitidos juntar manos con niñitos y niñitas
blancas y caminar unidos como hermanas y hermanos.

Yo tengo un sueño hoy.

Yo tengo un sueño que un
día cada valle será exaltado, cada colina y
montaña será hecha plana, los lugares
ásperos suaves, y los sitios torcidos serán hechos
rectos, y la gloria del Señor será revelada, y la
Carne la verá juntamente.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe
con que yo retornaré al Sur. Con esta misma fe nosotros
seremos capaces de extraer de la montaña de la
desesperación una roca de esperanza. Con esta fe nosotros
seremos capaces de transformar la cacofonía disonante de
nuestra nación en una sinfonía hermosa de
fraternidad. Con esta fe nosotros seremos capaces de trabajar
juntos, de rezar juntos, de batallar juntos, de ir a la
cárcel juntos, de levantarnos y luchar por la libertad
juntos, sabiendo que seremos libres algún
día.

Este será el día cuando
todos los hijos de Dios serán capaces de cantar con un
significado nuevo, "Mi país, esta es la tierra
dulce de la libertad, a ti yo canto. Tierra donde mis antepasados
murieran, tierra del orgullo de los peregrinos, de las laderas de
las montañas donde el fragor de nuestra libertad
resuena".

Y si América será una
nación grandiosa esto tiene que pasar. Que las campanas de
la libertad repiquen desde las cimas prodigiosas de las lomas de
New Hampshire. Que libertad resuene desde las montañas
sublimes de New York. Que la libertad resuene desde los elevados
Alleghenies hasta Pensilvana.

¡Que la libertad resuene desde las
montañas Rocosas cubiertas de nieve de
Colorado!

¡Que la libertad resuene desde los
picos curvilíneos de California!

Pero no sólo eso; ¡que
libertad resuene de la Montaña de Piedra de
Georgia!

¡Que libertad resuene de la
Montaña del Mirador de Tennessee!

¡Que la libertad resuene de todas
las montañas y cada madriguera de Mississippi!

¡De toda falda de montaña,
que resuene la libertad!

Cuando dejemos que la libertad resuene,
cuando dejemos que resuene desde cada villorrio y cada poblado,
desde todo estado y cada ciudad, entonces seremos capaces de
acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de
Dios, hombres blancos y negros, judíos
y gentiles,
protestantes y católicos, serán libres para juntar
manos y cantar en las palabras del espiritual Negro,
"¡Libre al fin! ¡Libre al fin! Gracias Dios
Todopoderoso, ¡nosotros somos, finalmente
libres!

Señor Presidente de los dominicanos, cuando este
pobre país produzca ese tipo de patriota, y no los
charlatanes mediocre e hiperactivos que hemos sufrido,
quizás las lomas, entonces, se harán más
resonantes con el eco de la palabra "justicia" y los
políticos serán menos corruptos.

¡Esperanza… maravilla…!

Pero esta es una sociedad más dividida aún
que a la que King aludiera en su oratoria.

Esta es una sociedad esclavizada y violada. Violada y
esclavizada por las acciones de
sus políticos venales, sus economistas deshonestos, su
iglesia
indiferente y por sus banqueros pérfidos, de ambos
sexos.

De ambos sexos. Porque a todos los niveles, ambos sexos
se han turnado para profanarnos.

¿Pero qué sabe usted acerca de los cambios
de viento, nomotéticos, de la Naturaleza?

¿Cómo lee usted el oráculo del
destino histórico?

Lo que avecina es palpable aún para el más
ingenuo de los ingenuos.

Las cosas cambiarán sin uso de la
violencia.

Las cosas están cambiando. La Naturaleza no hace
saltos… Su cólera,
como a usted dirá Julia Ward Howe, en otra ponencia: Su
cólera, está marchando…

¡Aleluya!

 La Isla
Saona: Paraíso Olvidado

Hace muchos años que nosotros tuviéramos
la ilusión de haber "descubierto" la Isla Saona.
Poseedora, entonces, de la tasa de longevidad más alta en
todo el territorio dominicano, imbuida de tranquilidad
beatífica, adornada con florcillas silvestres de vistosos
colores, con una
fauna escueta y
con habitantes de costumbres simples y de afabilidad
proverbial.

¡Qué espectáculo más
impresionante fue la puesta del sol en esa islita encantadora! Un
sitio el cual casi nadie visitaba.

Fue a raíz de esa experiencia singular, que
nosotros motivados por entusiasmos cuasi patrióticos,
publicamos artículos y editoriales en los cuales
laudábamos las virtudes inéditas del modo de comer
de los "saoninos" (¿o "saoneros"?).

Durante nuestra primera visita estuvimos impresionados
por el hecho aparente de que nadie en la Saona tenía
sobrepeso, excepto una niña a quien llamaremos Leonora. Y
aun en este caso el sobrepeso de Leonora era de proporciones
menores comparado con el que se ve por doquier en los Estados Unidos o
en Australia.

Ella sí admitió tener una tendencia
gustativa por las bolas de azúcar.
Sabiendo que mis palabras caerían en oídos sordos
yo me abstuve de ofrecerle mis opiniones profesionales, a una
niña quien apenas cumplía los nueve
años.

Isla Saona, 1993

Más el tiempo transcurrió, y con ello se
intensificaron nuestros deseos de retornar a esta isla cuya
memoria crecía con la distancia más y
más.

En Londres durante una visita al renombrado Instituto de
Psiquiatría Maudsley, le contamos las experiencias de
nuestro viaje a la Saona al Profesor
Gerald Russell. Quien se mostró intrigado. En St. Louis,
cuando la autoridad
internacional en la obesidad, que
personifica el Profesor Albert Stunkard nos vino a ver; con
él compartimos la experiencia de haber visitado un lugar
sin obesos. Él se ofreció a aceptar cualquier
invitación que le hiciéramos para visitar la isla
misteriosa.

Nosotros mismos recordábamos a la enfermera de la
Saona, quien prestaba servicios médicos a los moradores,
como mujer bien esbelta y de apariencias moderadas.

Finalmente, hicimos la resolución de retornar
el Día de las Madres de ese año.

Amigos nuestros habían puesto a nuestra
disposición un bote bastante amplio, de calado
considerable y dotado con una tripulación
experta.

Zarpamos el viernes precedente a la celebración
del domingo, haciendo la etapa de rigueur en la Isla
Catalina en cuyas aguas nadáramos.

Cuando echamos ancla en la Saona tuvimos que hacerlo
así, luego de esquivar un sinnúmero de botes
repletos de turistas que iban llegando también a
visitarla.

La playa, de antes tranquila, se había tornado en
una algazara de personas semidesnudas y semi-intoxicadas cuyas
radios tocaban la más alta, la más alborotosa y la
más ruidosa de las músicas. De antes no
había lugar donde comer; ahora sí que lo
había.

El restaurante que se había construido dominaba
la calle principal que corre paralela al mar. Ahí se
podrían ordenar (sí solamente fritos) pescados,
langostas, cangrejos y tostones o papas fritas (por supuesto). No
había, ni se podían encontrar los artículos
requeridos para preparar una ensalada pequeñita, ni se
podían conseguir frutas de ninguna clase.

Las cervezas, los refrescos y los dulces se
consumían en abundancia pasmosa, los saoninos pareciendo
estar poseídos de un frenesí comercial
gigantesco.

Los habitantes de la Isla, quienes solo unos escasos
años atrás desconocían la gordura, ahora
exhibían sus corpulencias rotundas sin ningún
estorbo moral.

A Leonora la encontramos detrás del mostrador de
un ventorrillo. Ella, inmediatamente nos reconoció y nos
vino a saludar con la afabilidad permitida por una gordura
excesiva que le impedía la locomoción ágil.
Aun comía su adorada bola de azúcar; la cual estaba
forzada a tener que chupar ya que los dientes se les
habían "carcomido" (sus propias palabras).

Pasamos por la casa de la enfermera para saludarla. Por
ella nos enteramos que había abandonado el servicio de la
salud para dedicarse a la misión,
más importante y noble, de administrar una casa de
pensionados en donde se ofrecían comidas.

Por sus apariencias físicas e infladas fue muy
fácil deducir que lo que ella cocinaba y servía no
era necesariamente bajo en calorías… sus niñas
también habían engordado, y creo que el gato
también… pero de esto no estoy muy seguro.

Temerosos de participar en la catástrofe
metabólica que representaría ordenar del
menú en el restaurante local, zarpamos de nuevo para la
Romana.

Un sólo pensamiento
habitando nuestras mentes: y, ¿si se hunde la
Isla?…

Bibliografía

Larocca, F. E. F: Fruta… No frito…
Revista
Rumbo

Larocca, F. E. F: El precio de una
"Jartura".
Revista Rumbo

Maestro, B. and Maestro, G: The Discovery of the
Americas: From Prehistory
Through the Age of Columbus
(1992) Harper Trophy NY

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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